Lenin, un revolucionario |
Desde muy joven este notable político demostró la excelencia de su talento al escribir una serie de obras, entre ellas ¿Quiénes son los amigos del pueblo? y Contenido económico del populismo cuando apenas había cumplido 24 años. A los 29 publicaría su monumental El Desarrollo del Capitalismo en Rusia. Pero no había una pizca de academicismo en su labor; toda su obra escrita tenía un sólo norte: pobisilitar el triunfo de la revolución socialista que debería poner fin al dominio zarista y al capitalismo. Su producción teórica -imposible de relevar aquí, siquiera de enumerar- fue excepcional, y tal como lo decía hoy en mi página del Facebook, si Lenin fue un discípulo de Marx desde el punto de vista de la teoría económica Marx fue un precursor de Lenin desde el punto de vista de la teoría política y, sobre todo, de la estrategia y táctica de la lucha revolucionaria, terrenos en los cuales Lenin se elevó por encima no sólo de Marx sino también de Engels.
Espíritu anti-dogmático por excelencia, para él "el marxismo no era un dogma sino una guía para la acción". Fue según mi modesta opinión un genio que supo coronar con éxito una empresa extraordinariamente difícil: combinar el arte de la política con la ciencia de la política, cosa que ocurre sólo por excepción en la historia. Al poder unificar el arte y la ciencia de la política se convirtió en un político dotado de una inigualada capacidad para descifrar todas las posibilidades, siempre cambiantes, encerradas en cada coyuntura. Por eso "leía" la coyuntura como nadie. Un ejemplo basta: cuando luego de un largo exilio en Suiza llega a San Petersburgo, un par de meses después del estallido de la revolución de Febrero de 1917, deja estupefactos a sus camaradas del Partido Bolchevique cuando, en la misma estación Finlandia de esa ciudad, levanta la insólita consigna de "¡Todo el poder a los Soviets!" Su partido quedó paralizado ante tan temeraria consigna, y tardó más de una semana en digerirla y publicarla en el Pravda, el órgano oficial de los bolcheviques. Pero los hechos confirmaron la verdad de su consigna.
Lenin decía con razón que "sin teoría revolucionaria no hay praxis revolucionaria." Desconfiaba del espontaneísmo porque era demasiado lúcido para ignorar que la abnegación y el sacrificio de las masas estaban condenados a la derrota si no disponían de una buena teoría que las orientara en sus luchas emancipatorias. "Nada más práctico que una buena teoría", era otra de sus frases favoritas, en contra de los que aborrecían de la teoría porque pensaban que era pura especulación. Lenin fue, en palabras de Gyorg Lúkacs, un "práctico de la teoría y un teórico de la práctica", que reflexionaba una y otra vez sobre los desafíos de la vida práctica y la necesidad de desarrollar la teoría marxista en consonancia con los retos de la realidad. Los grandes personajes no hacen la historia, pero sin él la Revolución de Octubre muy probablemente no hubiera ocurrido. Su claridad ideológica, su realismo, su determinación y la formidable coherencia de su trayectoria política, cuyo eje articulador era la necesidad de la revolución, se combinaron con el protagonismo de las masas para derrotar al zarismo y a la burguesía y abrir una nueva etapa en la historia de la humanidad. Honremos su memoria abrevando en la sabiduría contenida en sus obras teóricas y en sus intervenciones de coyuntura, estudiando sus argumentos e identificando, como él lo querría, sus aciertos y sus errores. Más allá de ellos, Lenin hizo progresar como pocos a la teoría marxista con su reflexión siempre pegada a la práctica y su práctica siempre coherente con sus teorías. En este nuevo aniversario de su nacimiento vaya este breve y sentido homenaje a su memoria.
Artículo tomado en el blog del autor.
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