/por Joan Santacana*/
Llevo mucho tiempo vinculado a la investigación y a la docencia;
quizás más de cuarenta años. Este tiempo me proporciona una cierta
perspectiva sobre el presente y el futuro inmediato. La investigación,
al igual que la docencia, son tareas apasionantes. Cuando son reales, te
absorben por completo y no hay forma de librar al cerebro de la
necesidad de pensar. El deseo de aprender, de descubrir, de investigar
se convierte a veces en obsesión. Esto ha sido siempre así y seguirá
siéndolo. El estimulo de investigar no suele ser proporcional con la
recompensa económica. Sin embargo, a pesar de ello, el investigador
actúa impulsivamente y no puede hacer otra cosa. Esta pasión por la
investigación la han conocido muchos y muchas científicos de las
generaciones pasadas.
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