Para iniciar este 2025 en este blog comparto el artículo del intelectual cubano Enrique Ubieta Gómez publicado en el portal CubaSí del que recomendamos su lectura:
El tiempo es infinito, pero se parcela en horas, días, semanas, años, siglos. De otra manera sería invisible, solo lo percibiríamos en las marcas del rostro, del cuerpo; en las dos únicas estaciones de la vida, la noche y el día. Ahora lo vemos pasar desde la ventanilla de un tren cada vez más rápido, como postes de luz en la vía. En mi adolescencia me esforzaba por detener su paso, sin entender que no eran ellos los que se movían. Becado como estaba, el tiempo lo medía en fines de semana. Hasta que lo dejé correr: no se vive mirando pasar los postes, sino haciéndonos una vida en el tren. Sin embargo, la ilusión de los finales y de los comienzos nos impele a rectificar, a reevaluar los caminos emprendidos, nos ofrece una tregua necesaria. El tiempo parcelado facilita también el archivo de la memoria, sin la cual ni los individuos ni las sociedades podrían entenderse.
A las doce de la noche no se destruye el hechizo, no ocurre el milagro —la calabaza convertida en carroza es la proyección de un sueño, y la convención de fin de año nos permite creer en él— pero atravesamos esa barrera imaginaria con la esperanza de que todo sea mejor a partir del minuto siguiente. Año duro para la Humanidad, porque la vida en el tren es un desastre. Los pasajeros de algunos vagones quieren apoderarse del espacio y las riquezas de los otros: hay guerras de descrédito, asaltos mediáticos y físicos, asesinatos y robos, predicadores corruptos que fabrican mentiras y noticias falsas, imaginarios rellenos de veneno que se convierten en los amigos en enemigos. y viceversa; hay alimentos que sobran y niños que mueren de hambre, medicinas de alta eficacia, y poblaciones diezmadas por enfermedades curables, obras de arte y conquistas científicas sorprendentes y millones de adultos analfabetos, enajenados. El año que entra no llega con soluciones mágicas. Estas son trabajosas, y dependen de nosotros.
Para Cuba, que soporta la bota del bloqueo sobre su cuello y la inclusión en una lista espuria que provoca el cierre internacional de financiamientos, será otro año duro. Hay esperanza, sin embargo, caminos abiertos que provienen del esfuerzo colectivo, de lo hecho y lo por hacer: pienso en las industrias alimenticia y de productos de higiene de alta tecnología creadas por ejemplo en la Zona del Mariel y las biotecnológicas, ya en plena madurez; en la creciente y acelerada introducción de fuentes renovables de energía, como la solar fotovoltaica, y de petróleo y gas nacionales; en experiencias exitosas, aunque todavía aisladas e insuficientes, de producción agrícola; en el encadenamiento de empresas estatales y privadas, sobre todo de las que producen bienes; en el aumento paulatino del turismo internacional con la apertura de nuevos mercados emisores, entre otros muchos.
Sabemos que la prosperidad nunca podrá ser reducida al crecimiento material, que son intangibles pero reales y necesarios los valores, que la igualdad posible y la justicia son elementos esenciales e irrenunciables del horizonte que el pueblo cubano se trazó. “Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción —advertía José Martí—. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”.
Sabemos también que la fortaleza ideológica y la unidad de una nación en revolución provienen de todo de los hechos, de la conducta (la moral) de los revolucionarios, del fortalecimiento real de la democracia socialista en fábricas y consejos populares, y del papel protagónico en ella de sus jóvenes; que la continuidad y la consecuencia en los principios no puede ser evaluada según patrones de gobernabilidad, porque no se trata solo de sostener a un gobierno, sino del complejo e indispensable sostenimiento de un sistema socioeconómico alternativo, el único que puede garantizar la independencia. y la justicia en la patria. Por todo lo que sabemos —la experiencia acumulada en 66 años de lucha—, por todo lo que hemos hecho y hacemos día tras día, afrontamos las dificultades actuales con la certeza de que pueden ser superadas, sin esperar nada del imperialismo.
A las doce de la noche no se deshizo el hechizo. El bloqueo continúa y es probable que se incremente. Las barreras metálicas aún persisten, y no siempre somos certeros al describirlas. Pero en muchos hogares del mundo se levantaron las copas por Cuba, que es, como dijo el mexicano López Obrador, por su resistencia, por su coraje, por sus conquistas, Patrimonio de la Humanidad. El tiempo es un favor de los que luchan, de los que no se rinden. “El tiempo —canta Silvio— es un favor de los pequeños, / de los desnudos, de los olvidados. / El tiempo está a favor de buenos sueños / y se pronuncia a golpes apurados”.
Publicado en el portal CubaSí ENLACE
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