En
el día se hizo un acto por los 40 años de la ocupación militar en
el Hospital Nacional Posadas. Cuatro décadas de que miembros de las
fuerzas armadas irrumpieran un centro de salud con el afán de acabar
con la subversión. La locura y el horror dejaron trabajadores
detenidos desaparecidos y otros tantos exiliados y cesanteados.
También quedaron muchos otros trabajando con miedo, mientras la
enfermedad no paraba de atacar y “provocar” pacientes para
atender en el hospital.
Se
cumplieron 40 años también del golpe que inauguró la dictadura
cívico militar un 24 de marzo. Cuatro días atrás (otra vez el
número 4... ¿que significará?) se movilizaron una cantidad de
gente que los organismos de derechos humanos calificaron como
histórico. Algunos decían 400 mil, otros 100 mil. Cualquiera sea la
cifra, lo que si no se discute es la trascendencia de la movilización
al ser la de mayor participantes desde el regreso de la democracia en
1983. Además la convocatoria se realizó en el marco de un gobierno
representativo del lado civil de la dictadura y con una actitud
servil ante la “visita” del presidente de los Estados Unidos
Barack Obama quién, junto al virrey MM, visitó el Parque de la
Memoria en total soledad.
Por
un lado ciento de miles presentes en las calles de Plaza de Mayo y
alrededores. Muchos debut en la marcha por Memoria, Verdad y
Justicia. Varios viejos jóvenes de los setenta, aquellos donde los
genocidas vieron peligrosidad para la patria y el hogar.
Por
otro un acto en el Posadas, con un aula semivacía y un hospital
atacado desde varias semanas por quienes buscan legitimar un proceso
de privatización de los servicios de salud pública nacional. Ronda
en el aire la tristeza por los que ya no están y por los que no
vinieron. Las voces de los que dieron sus testimonios, una vez más,
resonó fuerte en el salón. No por el volumen de sus voces sino por
las ausencias en el salón. Ausencias que algunos encontrarán
explicar por la coyuntura apremiante de los despidos, otros por los
años avanzados que cargan muchos históricos como la querida Madre
Nora Cortiñas, otros dirán que las ausencias de los invitados
“vitalicios” del Posadas que se fueron recientemente como Pepa y
el Padre de la Plaza Morresi se hicieron muy pesados.
Frente
a este panorama, marcha multitudinaria y acto con muchas ausencias,
flota en el aire un sentimiento de bronca, dolor y rabia. Pero
también el saber que con la melancolía y la tristeza no alcanza.
Los 24 de marzo no se tienen que transformar en un acto melancólico
sino en acciones para avanzar, tal como nos enseñaron las Madres y
las Abuelas durante tantos años. No debemos quedarnos conformes con
que nos encontramos miles y miles en las calles. Tampoco con que
nuevas generaciones se suman. Las fotos se van poniendo sepia por el
paso del tiempo. La lucha también sino revertimos esa sensación de
bronca, dolor y rabia en algo concreto, en acciones que nos empuje a
la Justicia concreta.
No
debemos conformarnos, debemos rebelarnos. Sentir la rebeldía frente
a las injusticias de ayer y la impunidad de hoy. Que la rebeldía nos
arda en la piel. Que la melancolía no se convierta en la piedra que
nos frene sino en la aquella que en mano del pueblo invita a la
rebelión. Capitalizar políticamente los cientos de miles en la
plaza debe ser el objetivo inmediato. En un frente, movimiento o
miles de movilizaciones iguales contra el presente en que los civiles
genocidas buscan robarnos la alegría que nos caracteriza a los que
peleamos día a día, los que buscamos la felicidad de nuestros
pueblos.
Que
el miedo no nos paralice. Con la muerte, la locura y el horror
quisieron callarnos. Cuarenta años después se evidencia que no
pudieron. Pero no nos quedemos conformes, sigamos por más, exijamos
lo imposible, que la rebeldía florezca en las pieles de cada uno y
cada una de quienes nos encontramos en el asfalto de la ciudad, en
cada lugar de trabajo, en cada barrio. Capitalicemos, construyamos,
golpeemos duro contra la dictadura cívico militar que aún no se
terminó del todo.
Roberto
Deibe
28 de marzo de 2016
Fotos: Leandro Dirazar
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